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La comunicación durante un ataque de ansiedad pretende aportar comprensión y apoyo a la persona que lo experimenta, sin empeorar su malestar. Para ello es importante tener en cuenta algunos aspectos de la comunicación.
Mantener la calma: si estamos nerviosos es probable que la persona lo perciba al estar más sensible a los estímulos emocionales. En cambio un tono suave, tranquilo y pausado pueden contribuir a la seguridad y a la calma.
Lenguaje claro, sencillo, breve: durante un ataque de ansiedad, las personas pueden sentirse desorientadas o incapaces de procesar información compleja. Evita usar frases complicadas o palabras técnicas que puedan añadir confusión.
"Es completamente normal sentirte así en este momento". / "Lo que estás sintiendo es válido, estoy aquí contigo".
La respiración profunda es una de las formas más efectivas de reducir la ansiedad. Puedes invitar a la persona a respirar lentamente sin forzarla.
Ejemplo: "Vamos a respirar juntos, inhalamos profundamente por la nariz, y exhalamos lentamente por la boca. Hazlo cuando te sientas listo/a".
Durante un ataque de ansiedad, las personas suelen estar atrapadas en pensamientos catastróficos sobre el futuro. Ayudarles a enfocar su atención en el momento presente puede ser útil.
Frases como: "Mira a tu alrededor, ¿qué ves?" / "Escucha el sonido de mi voz".
Sé paciente y da espacio si es necesario:
Si la persona está demasiado alterada o si su respuesta es de querer estar sola, no la presiones para hablar o reaccionar de inmediato. Algunas personas prefieren procesar la ansiedad en silencio o con menos interacción.
Cada persona es diferente. Algunas pueden necesitar que les hables todo el tiempo para sentirse acompañados, mientras que otras pueden preferir un espacio más silencioso. Es importante leer las señales de la persona y adaptar tu comunicación a lo que parece funcionar en ese momento.