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Es una técnica donde, poco a poco y con apoyo, te enfrentas a las situaciones que temes, para que tu cuerpo y tu mente aprendan que no estás ante un peligro real. Durante mucho tiempo se ha basado en el proceso de aprendizaje de la "habituación", es decir, exponerte a la situación temida hasta esperar que la ansiedad baje, pues es lo previsible de acuerdo a la "curva de la ansiedad". Sin embargo esto no siempre ocurre, pues no está del todo bajo nuestro control, por lo que conviene recurrir a los beneficios del "aprendizaje inhibitorio".
¿QUÉ ES EL APRENDIZAJE INHIBITORIO?
Significa que no solo se trata de calmarse o aguantar el miedo, sino de aprender algo nuevo y verdadero sobre el miedo, como por ejemplo:
“Aunque me sienta mal al salir de casa, no me va a pasar nada grave.”
“Puedo estar en el supermercado sin desmayarme, aunque tenga ansiedad.”
Esa nueva experiencia inhibe el miedo anterior, que no necesariamente desaparece. El objetivo es que el nuevo aprendizaje sea más fuerte. No se trata de esperar a que la ansiedad se vaya, sino de aprender que puedes manejarla y seguir adelante.
¿CÓMO SE TRABAJA EN TERAPIA?
(Cada caso es único, pero pondremos un ejemplo de alguien con miedo a salir de casa)
Tu terapeuta te ayudará a exponerte a situaciones que antes evitabas. Por ejemplo:
Salir de casa alrededor de tu edificio.
Subir a un autobús recorriendo una parada.
Hacer cola en el supermercado.
Pero además de eso, la terapia se refuerza con estrategias que hacen que el aprendizaje sea más fuerte y duradero. Algunas de ellas son:
Si crees que vas a perder el control o desmayarte al subir al autobús, te expones… y ves que eso no sucede, esa experiencia confronta directamente con la idea falsa del peligro.
A veces salimos con agua, pastillas, o pedimos que alguien nos acompañe “por si acaso” (incluido el terapeuta). La terapia ayuda a dejar esos recursos gradualmente. La única comprobación útil es que compruebes que puedes hacerlo sin ellos.
Salir a diferentes lugares, a distintas horas, con o sin gente. No siempre al mismo supermercado o por el mismo camino. Así el aprendizaje se hace más flexible y generalizado.
Si hay incertidumbre y ocurren cosas imprevistas durante la exposición, existe la oportunidad de vivir esas experiencias y aprender que no ocurre nada grave o catastrófico.
En lugar de luchar contra las sensaciones (“¡no quiero sentir esto!”), aprendes a decir:
“Esto es ansiedad. La he sentido antes. Puedo manejarlo.”
Eso puede darte control y claridad sobre lo que te pasa.
En definitiva, el cerebro no es capaz de desaprender, pero sí es capaz de aprender más fuerte que lo aprendido anteriormente. En otras palabras, se crean nuevas conexiones neuronales que cobran más fuerza que las que estaban actuando hasta el momento.